LA POLÍTICA Y LOS EXPERTOS

En el contexto de la pandemia, sobre todo en la “era Mañalich”, varios le recriminaron al gobierno su incapacidad de escuchar la voz de los especialistas y expertos.  Principalmente, personeros de la oposición.  A mediados de marzo, un grupo de partidos del Frente Amplio,  le pedía al Presidente Piñera “escuchar a la ciencia” para decretar una cuarentena nacional. Por esos días, la presidenta del Senado, Adriana Muñoz, enunciaba que “se pueden cometer muchos errores al no escuchar a los expertos”. Por su parte, la diputada Karol Cariola, se quejaba en twitter por un gobierno que desoía  la solicitud de los expertos por decretar cuarentena en la Región Metropolitana. A principios de junio, el diputado DC, Daniel Verdessi, planteaba que “no es posible que el Gobierno siga sin escuchar a los expertos”. Tiempo después, el diputado socialista, Fidel Espinoza, celebraba la salida del ministro Mañalich por “actuar con soberbia, sin escuchar al Colegio Médico, a las sociedades científicas y a la gente que advertía que las medidas que se tomaban eran erradas”.  En la misma línea,  el presidente de la DC, Fuad Chaín, sostenía que se requería un nuevo estilo “capaz de escuchar más a los expertos”.  Con la llegada de Enrique Paris a la cartera de Salud, el diputado Matías Walker le pedía al ministro entrante que “se apoye en los expertos” y una vistosa carta firmada por los presidentes de los partidos DC, PR, PPD, PS, Liberal, Revolución Democrática, Comunes y Comunista,  le hacía ver al nuevo ministro – entre varias cosas- la necesidad de una colaboración efectiva con la comunidad científica y sanitaria. Y después de todo – matices más, matices menos- tenían razón. Era importante considerar la opinión de los expertos.

Sin embargo, en otras materias parece ser distinto.  Ya no importa mucho la voz de los técnicos, sino más bien la propia intuición.  El debate por el retiro del 10% del fondo de las AFP con el posterior reembolso de “quién sabe quién” y “vaya a saber uno cómo”,  carece de la otrora necesidad de los expertos. Pesa más lo que algunos han denominado “la calle” y la moral (esa falsa moral) de quién está o no con “el pueblo”. Todo esto, a pesar de que una montonera de economistas – especialistas en estos asuntos- ha planteado serios reparos a esta medida, incluso desde la vereda de la oposición.  El ex ministro de Hacienda de Michelle Bachelet II, Rodrigo Valdés, ha dicho que “la herramienta que se está proponiendo es de demasiado amplio espectro,  y por lo tanto, peligrosa por varias razones”. En tanto, Nicolás Eyzaguirre, dueño de la billetera fiscal en los gobiernos de Ricardo Lagos y Bachelet I, plantea que “los más beneficiados van a ser los que tienen relativamente mejor situación”. El ex presidente del Banco Central, José de Gregorio, asegura que “ésta es la propuesta más injusta que hay, porque quienes tienen más van a sacar más, y se les va a devolver más”. El ex ministro Ricardo Solari, ex Concertación, augura que el retiro del 10% “garantiza la pobreza a una enorme cantidad de gente”. Y sumándose a la mirada de los economistas, el ex ministro del Trabajo y ex presidente del PS, Osvaldo Andrade, dijo que “parece un contrasentido que la solución sea otra vez echar mano a los recursos de los trabajadores”. Vaya y googlee. No son precisamente expertos de Libertad y Desarrollo.  

Más allá de esta importante discusión, lo que más preocupa es el nivel de la política. Es bajo. Es mediocre. Es oportunista. La técnica, la experiencia y el conocimiento se exigen de un lado y se desechan del otro, dependiendo de cuán funcional sea a los propios intereses. Y así, se corren muchos riesgos. La política – salvo excepciones- se ha tornado pasional, voluntariosa, publicitaria y revanchista. No tengo dudas de las buenas intenciones de muchos que apoyan la ley del 10%, pero tampoco las tengo al pensar que detrás de eso está el gustito por darle una nueva estocada a Piñera y a un sistema de pensiones nacido en dictadura. Quizás por eso, varios parlamentarios, después de la votación, con una mano empuñada en lo alto y con la otra dirigiendo sus celulares hacia sí mismos (el narcisismo es una característica del político), gritaban – exaltados-  “no más AFP”. No gritaban “una solución para la clase media”, sino que aclamaban la frase corta y estridente de “no más AFP”.

Este es un tema complejo. Las personas de clase media y familias más vulnerables necesitan de soluciones excepcionales para una situación extrema, límite e histórica. Y en eso el gobierno debe hacer los mayores esfuerzos, para llegar bien y a tiempo. Pero también se requiere de parlamentarios, que por sobre sus buenos deseos,  caprichos y vendetas, sometan sus pulsiones a la siempre incómoda y limitante voz de los expertos. Chile necesita, con urgencia, una política mejor.

Por Matías Carrasco.

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Un comentario en “LA POLÍTICA Y LOS EXPERTOS

  1. Rodrigo Veto dijo:

    Concuerdo 100% contigo…sin embargo, esperar que esto cambie es querer tapar el sol con un dedo. Creo imposible que así sea. La política ha sido, es y será siempre un juego de poder donde sólo importa eso…el poder. Una minoría movida por el bien común puede intentar marcar la diferencia pero la máquina del poder termina por aplastarlos.
    Un abrazo,
    Rodrigo Veto

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