Estimado Luis Montes, Director de Acción Familia:
Por medio de las redes sociales he recibido una carta suya, en nombre de la Fundación Acción Familia, solicitando firmas para protestar contra el sacerdote Felipe Berríos por sus públicas declaraciones respecto al matrimonio homosexual y otras materias. La recolección buscaría respaldo entre el mundo católico para hacer llegar la misiva al Nuncio Apostólico y al Provincial de la Compañía de Jesús, pidiéndoles un pronunciamiento de su parte.
Al respecto, y con todo respeto, me gustaría comentar su entusiasta iniciativa.
- En primer lugar, celebro su derecho a plantear con firmeza y claridad su molestia y disconformidad a las autoridades eclesiásticas por las frases que nos regaló Felipe Berríos. ¡En todo su derecho está! Por lo demás, convengamos que este jesuita es harto insolente, puntudo y falta de tino, ¡Bien le vendría un tirón de orejas!…otro más, en realidad.
- Sin embargo, sospecho que aún sancionándolo, enviándolo a las mazmorras, atándole un bozal o incluso expulsándolo más allá de las fronteras de nuestra Iglesia, no se acabará la rabia. No. Aún muerto el perro, la rabia no se terminará. Lamento desilusionarlo, pero a mi entender Berríos es sólo la punta del iceberg de un puñado de católicos que añoran con esperanza una Iglesia más humana, inclusiva y compasiva. Y por eso muchos lo siguen y lo celebran, porque en el fondo de sus mensajes (a pesar de que pueda equivocar sus formas) algo hace sentido.
- Pueden ser decenas, cientos o miles. Honestamente no lo sé. Pero así como hay quienes están dispuestos a poner su firma en la carta que usted promueve con decisión, hay otros tantos viviendo bajo el techo de la misma Iglesia que preferirían escribir una carta distinta, en apoyo a las cuestiones que Berríos (y otros) ponen en la agenda pública. Y eso es porque agradecen que la lista de los denominados temas valóricos se ensanche más arriba de la cintura y que se promueva una Iglesia comprensiva de la dimensión humana, con todas sus pifias.
- Respecto a la causa que usted defiende (no al matrimonio homosexual) debo admitir que corre con ventaja. Sin ser un hombre letrado en cuestiones del evangelio, teólogo o experto en derecho natural, entiendo que la voz oficial de la Iglesia lo avala en su cruzada. Además no se puede omitir que es un tema complejo. Pero ¿sabe que?… hay una cosa que me gustaría destacar. Y es que honestamente y mirando de frente a un homosexual, no veo la maldad en sus ojos o, como usted cita, no siento que su unión sea “obra del maligno”. Para mi son, lisa y llanamente, obra de Dios. Y pienso que ellos, merecerían compartir el mismo pan y el mismo vino en la mismísima mesa en la que usted y yo comemos. Como dice un cura amigo, si el mensaje de Dios no es para todos, no es para nadie.
- Sé que en esta parte me dirá que lo que yo diga al respecto da lo mismo y que he desafiado a la doctrina… y eso no se hace. Además me citará textos, papers, concilios, el antiguo y el nuevo testamento para contrarrestar mi tesis. Y sé que esa es la doctrina de la Iglesia…pero no sé si es la de Jesús. Él desafió las leyes de su tiempo y por eso lo mataron. Algunos creemos, humildemente, que la doctrina puede ser, al menos, revisada….para que todos se sientan hijos de Dios, a pesar de su condición.
- Sinceramente no pretendo con esta carta abierta cambiar su posición ni menos la de la Iglesia. Pero si me parece justo constatar que en la misma Iglesia, la suya y la mía, al lado de la fila de personas que están firmando su carta de protesta, existimos otros católicos que, en recta intención, esperamos vientos de cambio. Y es bueno que el Nuncio Apostólico y el Provincial de la Compañía también lo sepan, para que el tirón de orejas a Berríos no sea para tanto.
Atentamente,
Matías Carrasco
PD: para quienes quieran ver la carta de protesta ir a http://www.accionfamilia.org/decadencia-occidente/ay-de-aquel-que-escandalice/