Hace algunos años, en el inicio de mi carrera profesional, un jefe me dijo que no tenía valores. Me lo comentó en su oficina amplia, junto a su socio, recriminándome por haber encontrado un nuevo trabajo en uno de los clientes a los que ellos asesoraban. “Pensé que tenías valores, pero descubrí que no los tienes” – insistió. Echado sobre su cómodo sillón, remató diciendo que no hablaría bien de mí.
Fue una reunión dura. Fue la primera y la única vez que me he sentido humillado. El dueño de la compañía donde trabajaba se metía sin permiso en el cuidado mundo de mi intimidad. Él se atribuyó el derecho a cuestionar mis principios, declararme un hombre vacío y advertirme, en tono amenazante, que de su boca, la de un connotado ejecutivo, no saldría nada bueno sobre mí.
Sentí asco, rabia y ganas de vomitar. Tenía impotencia y miedo. Me sentí culpable y menospreciado. Tuve que seguir en esa oficina algunas semanas más. Les escribí un mail a ambos socios, disculpándome, avergonzado y pidiendo perdón. La historia termina el día en que comienzo mi nuevo trabajo, cuando mis antiguos empleadores hacen llegar – el mismo día de mi debut- una carta a los dueños de la compañía –grandes empresarios- poniendo fin al contrato de asesorías por la mala práctica que traía mi contratación. Ellos hicieron sentir su poder. Yo, otra vez, sentí rabia, impotencia y miedo. Tuve que dar explicaciones.
No sé si fue un abuso, pero sí siento que, al menos, alcancé a rozar sus fronteras. El tiempo y la experiencia me han convencido que me equivoqué y que cometí un error al aceptar una oferta de un cliente de la compañía. Debí, antes, haberlo conversado con ellos. Pero fue solo eso. Una falta de aprendiz. No merecía, en ningún caso, la humillación, la advertencia y el peso del poder. Nadie, absolutamente nadie, lo merece.
Si con esta sencilla historia yo sentí mis rodillas flaquear, ¿qué sentirán las víctimas de abusos sexuales? ¿qué sensaciones vivirán quiénes han sido vejados o violentados? ¿cuántas vidas puede quebrar un abusador? ¿cuántas culpas puede acarrear el abuso? ¿cuántas historias continúan hoy silenciadas, queriendo ser olvidadas?
Cuando en Chile se habla de estos temas, descubro que el abuso, en cualquiera de sus formas, es sutil y a veces, casi imperceptible. Por eso se hace difícil encontrar pruebas. Por eso el testimonio es la mayor evidencia. Por eso se hace necesario creer.
Pienso en las víctimas. El abuso las parte y las neutraliza. El miedo las paraliza. Se deben sentir culpables, sucias, indefensas, solas e incomprendidas. Están rotas por dentro. ¿Será por eso que algunas demoran tanto en denunciar?¿ ¿Será por eso que varias nunca lo harán? Algunas no lo soportan y no viven para contarlo. Otras deben volver a armarse, pieza a pieza, para volver a la vida. Por eso se habla de sobrevivientes.
Tras el encuentro con el Papa, las tres víctimas de Karadima han dicho que decidieron aceptar esta invitación “en nombre de miles de personas que han sido víctimas de abuso sexual o de encubrimiento por la Iglesia Católica. Ellos le han dado sentido a nuestra visita”. Quizás se quedaron cortos. Su lucha ha sido una guía para quién sabe cuántas personas que han visto en ellos y en otros como ellos, un faro y una estrella mucho más allá de los límites de la Iglesia.
Lo suyo es una buena historia de cómo curar una vida. Ellos eligieron, valientemente, sanar la suya. Y ahí está el verdadero valor de su testimonio y de su ejemplo.
Por Matías Carrasco
Matias gracias por compartir tu experiencia personal , me hace mucho sentido !
No hay duda que ante el abuso en su máxima expresión , el miedo te hace débil y te paraliza.
Lo importante pienso yo, es darte cuenta y asumir que fuiste abusado en mayor o menor grado …..y, que a pesar del sufrimiento, la rabia, la humillación ser capaces de buscarle un sentido a todo esto,.. luchando con dignidad,fuerza y paciencia para que estas situaciones no queden impunes.
Los señores Hamilton,Cruz y Murillo con su actuar, han regalado al mundo un ejemplo de humildad,valentía,coraje y perseverancia que impactan , aprecio y agradezco infinitamente .-
Muy buena tu comuna , me encanto!
Me gustaMe gusta
Matías,
Esté agradecido que sus nuevos empleadores no anularon su contrato. Porque es lo que normalmente las empresas hacen, es más importante un cliente que un empleado. Y es lógico.
A mi el haber expresado mi opinión en Junio 2009 en una reunión social- gremial IIMCH-CIMM ( ahora extinto) que no era más que un » acto preelectoral» a la elección presidencial de ese año 2009, y que ante mi negativa a asistir, me habían t insistido tanto » por ser una figura femenina emblemática en la minería chilena» » por ser tan cercana al Presidente del IIMCH Luis Sougarret»,» por haber trabajado en el CIMM», me costó la salida de una empresa de ingeniería canadiense, a pedido del Gobierno de la Bachelet. primer período, solicitado aparentemente a través del Ministro de Energía de esa época.
Yo reconozco el derecho de la empresa a despedirme, ella debía cuidar su cientela, a pesar que CODELCO no fué nunca un cliente ni medianamente sensible para esta empresa.
Lo que no reconozco es la acción de un Gobierno , cualquiera sea su tinte, para solicitar la cabeza de una profesional de impecable y brillante trayectoria profesional, soy la 4° mujer Ingeniero Civil de Minas (UCH) de Chile, con 47 años de carrera profesional en Chile y el extranjero, porque no les gustó una frase general dicha públicamente.
O sea para Bachelet y su gente , la libertad de opinión, la democracia , es sólo para ellos, la gente de su » pensamiento». Signos precursores de totalitarismo comunista.
Me gustaMe gusta
Excelente articulo hace mucho bien!!!
Me gustaMe gusta