Esta pregunta me acompaña desde hace un buen tiempo. Los últimos sucesos de un Chile que ha cambiado, los escándalos en la política, la Iglesia, el mundo empresarial y diversas instituciones han hecho crecer el descrédito y con ello la desesperanza de un país mejor.
Y las últimas elecciones alimentaron también ese malestar. La falta de ideas dieron paso a los insultos y ofensas personales. Se hablaba de una presidencial pobre, aburrida y con una oferta insípida para un electorado que habita más en la sospecha que en la confianza de sus representantes.
¿Cómo encantarse entonces en un país desencantado?
No tenía muchas respuestas…hasta ayer. Lo que sucede en un día de elecciones es algo parecido a la irrupción de la primavera. Ya no importan las sombras del invierno o cuántas olas golpearon al cactus contra el roquerío o cuán seco pudo haber estado el desierto, pero como una fuerza misteriosa, como una pulsión porfiada, como una convicción en pausa, en el día de las elecciones vuelve a florecer con toda su impronta la democracia.
Ayer vimos a un Chile reencantarse. Es la participación, el compromiso y sobre todo la conciencia de sentirnos parte de la solución, lo que logra que aún en arenas calientes pueda nacer algo nuevo.
La mañana de este domingo desperté con un whatsapp de un vecino celebrando la democracia e invitando a votar. Luego vendrían fotos de familiares y amigos ejerciendo su derecho rodeado de niños en un día de sol. Las calles estaban más vivas que nunca. Los columnistas de fin de semana abandonaban su artillería para alabar el acto cívico y republicano, llamándonos a correr la piedra, salir de la cueva y sufragar. Y afuera, en el extranjero, un viejo de ochenta años lloraba orgulloso y emocionado tras haber cruzado una línea con su opinión, luego de décadas sin poder hacerlo. Habitaba en todos o casi todos un espíritu alegre y renovado.
Leí por ahí que el valor relativo de un voto es muy, muy bajo. Que existen más probabilidades de ganarse el Loto o de ser alcanzado por un rayo que tener real injerencia en el resultado de una elección. Eso es la estadística. Pero detrás de cada inclinación hay un ideal y un intento – inútil o no- por colaborar a ese país que soñamos. Y lo sueños traen consigo, otra vez, la esperanza.
Ya se anuncia una estrecha competencia en segunda vuelta. Habrá que esperar al 17 de diciembre para saber si vendrán tiempos mejores o gobernará el Chile de la gente. Hay que estar ahí y participar. Mientras tanto, yo me quedo con la idea de un país que puede volver a reencantarse y otra vez sonreír. Aunque sea por un solo día.
Por Matías Carrasco
Gracias Matías por tu artículo, tan sencillo y transparente y que me interpreta en forma tan clara. Es un poema a la primavera, a la democracia y al Chile que quisiéramos vivir para siempre quienes anhelamos tiempos mejores o queremos que gobierne la gente.
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Que buen artículo matias ,tan bien descrito! Ayer fue un día alegre , las personas amables , sonrientes, ayudadoras , un día muy familiar además .
Aunque fue solo un día se agradece !!
Que ganas dan que fueran todos los días así en nuestro querido Chile….. pero al parecer las peleas y resentimientos son más poderosos .
Me quedo con la esperanza de que vendrán tiempos mejores y trabajaré a concho para que así sea !!
gracias matias !
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Que lindas palabras Matías, idealista, optimista, el vaso medio lleno……hermoso. En serio me alegro que hayas sentido lo que describes y que intentes generalizar tu sentir al ejercer tu derecho cívico a todo Chile. Pero la verdad es que cuando el vaso sólo tiene un 46,7% de llenado (PARTICPACIÓN) me cuesta generalizar tu sentir al país. A mí me da pena. Me cuesta ver un Chile reencantarse, me cuesta ver la participación, el compromiso y la conciencia de sentirnos parte de la solución cuando la mayoría no votó. Peor aún, el ver que la cifra de participación bajó respecto de 2013, creo que sólo refleja que la arena está aún más caliente. Hay un 53,3% de los chilenos que pueden votar y que no se inclinan por un ideal ni un intento por colaborar por país que soñamos. Hay un 53,3% con un nivel de desidia por el país que no los motiva a entregar ni siquiera una hora de sus vidas cada varios años por esto….Alarmante!
…..En el extranjero, peor aún. Sólo 23.000 personas votaron, la nada misma, ni un saludo a la bandera. Pasando a ser sólo un gesto democrático hermoso y justo que puedan hacerlo, pero se repite el desinterés, la desidia, la falta de compromiso y desmotivación.
No sé, me cuesta tapar el sol con el dedo, no veo lo que viviste. No veo ese optimismo utópico a nivel país por el simple hecho de yo haber ido a votar…..pero hermosas palabras como siempre amigo. Abrazo.
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