Hay motivos de sobra para el desaliento. Por donde uno mire se encontrará con alguna razón para bajar la mirada, encogerse de hombros y sentir que no queda nada más que el desánimo.
Mire usted lo que pasa en política. Las cosas parecen no mejorar. Hay un sol de boletas, asesorías, financiamiento y prácticas irregulares que muchos insisten, majaderamente, en tapar con un dedo. Como nunca son varios, de lado y lado, los que hoy están contra las cuerdas. Y caen como gotas, una a una, nuevas denuncias que ponen en duda la probidad y ética de nuestras autoridades.
Incluso la Copa América, que prometía ser un oasis en medio de todo este desierto, acaba de salpicarse con acusaciones de corrupción y soborno al más alto nivel. La pelota también se manchó.
Y si para despejar la mente decide pasar unos días en el sur, ahí se encontrará con una violenta Araucanía. Camiones quemados, casas incendiadas y familias armadas son parte del paisaje. Mientras tanto, las reivindicaciones mapuches y una salida pacífica al conflicto parecen no ver la luz.
Hasta los indignados que deciden salir a marchar se han topado en la calle con un sombrío panorama. La muerte de dos estudiantes baleados en la Plaza Victoria de Valparaíso y un joven peleando por su vida luego de sufrir un TEC abierto en medio de las movilizaciones del 21 de mayo, han instalado tristeza y desazón en las veredas y cunetas de Chile.
Y cuando apesadumbrado por todo esto se acerca a la Iglesia para rezar por su país, ahí también encontrará un lugar accidentado. Los escándalos de abusos sexuales, el desprestigio de algunos curas y obispos, la falta de sintonía con la comunidad y algunas decisiones poco afortunadas, tienen a varios alejados del templo.
Es cierto. El cuadro parece ser desalentador. Pero una cosa es que Chile esté pasando por un momento difícil y otra distinta es que perdamos el ánimo, perdamos el alma.
Aunque la tarea le parezca titánica, a pesar de creer que por más que se empeñe nada cambiará, no se deje abatir. Tenemos por delante mucho por hacer.
Usted, ¡sí, usted! puede cambiar el mundo….bueno, ok….no “el” mundo pero sí esos pequeños mundos e historias que lo rodean. ¿Y luego que?…usted sabe que piedra a piedra se construyen catedrales.
No deje que la adversidad lo eche abajo. No permita que la tormenta le impida ver el amanecer. No deje que el mal momento lo desafecte y lo llene de apatía.
Luche por lo que quiera. Responsablemente dé la pelea por lo que considera justo. Hágase un espacio. Participe. Vote. Defienda sus ideas. Tire del mantel. Golpee la mesa. Opine. Salga de su zona de confort, levántese y ande. Marche, camine, corra si quiera. ¡Pero no se quede dormido!
Créame. Toda esta polvareda que se ha levantado es poca cosa si se le compara con una ciudadanía que por el desánimo se rindió, dejando que otros hagan y deshagan a su antojo. Ahí sí, ahí sÍ que sÍ, todo se va al carajo.
Que no se rinda, que Chile no se rinda.
Por Matías Carrasco.