No sé si es porque estamos celebrando los 100 años de nuestro gran antipoeta Nicanor o simplemente porque estoy algo cansado de la dinámica que estamos viendo. Pero lo cierto es que me he animado a enumerar algunos de los antivalores que la clase política actual nos enseña todos los días, a cada hora, en todos los formatos posibles. Siéntese y tome nota. Quizás alguno le haga sentido.
- Quédese en el pasado. Cada vez que pueda, vuelva al pasado. Aunque eso signifique echar la vista atrás 40 años. Es recomendable abrir las viejas heridas y enrostrarlas cuando se le presente la oportunidad. ¡No vaya usted a perdonar o a dejar los rencores de lado! Es más conveniente mantener esa carta bajo la manga y sacarla cada vez que necesite recordarle al otro que tiene tejado de vidrio. Eso le dará a usted cierta autoridad moral.
- Si alguien de su colectividad piensa distinto, anúlelo. Las cosas están demasiado enredadas para tener que tolerar, además, a gente rara o distinta al lado suyo. Usted procure mantenerse siempre alineado al discurso de los de su tipo Y si alguien osara pensar distinto y decirlo, encárguese inmediatamente de él. No se tiente con eso de aceptar la diversidad. Cierre filas con los de su clase e intente anular a quién se ha descarrilado. Llámelo al orden. Invítelo a “fijar su domicilio” o acúselo de “traidor” o “vendido al sistema”. Eso funciona. Ignórelo. Hágale la ley del hielo. Si es posible, expúlselo de su grupo. Así usted y los suyos se sentirán más seguros.
- Si está cometiendo un error, no lo admita. Siga adelante. Nunca debe usted mostrar debilidad o indecisión. Mucho menos dejar entrever algún paso en falso. La palabra “equivocación” no debe estar en su diccionario. Si la está embarrando, si sabe en su fuero interno que no está haciendo las cosas bien, si se los están diciendo una y otra vez….no importa, no cese en su tozudez, ¡siga adelante! No se le ocurra por ningún motivo admitir el error. Total serán otros quienes pagarán las consecuencias. No usted.
- Si alguien lo abofetea en su mejilla, ¡no le ofrezca la otra! Sáquele la cresta. Olvídese de los gestos de grandeza y fraternidad. Usted sólo cumpla con su aporte mensual al Hogar de Cristo y manténgase firme como un soldado ante cualquier agresión. Si alguien le dice a usted que es feo, vaya a buscar a sus amigos y en patota salga a enfrentarlo. La tuya y dos más. Dígale que él es mucho más feo. Descalifíquelo, humíllelo si es posible. Invente. Exagere. ¡No importa! Lo que vale es verlo derrotado. Y usted se sentirá nuevamente un vencedor, ¡un campeón!
- No encuentre nunca una idea buena si viene del otro lado. Usted debe entender que los más grandes pensadores estarán siempre entre los de su especie. Nunca en la vereda del frente. Usted debe andar siempre con su autoestima bien arriba, porque usted es un genio. Por azar del destino siempre estarán en su lado de la cancha las más grandes ideas y los caminos más acertados para alcanzar los sueños de todos los chilenos. Y si por alguna extraña razón, si por esas cosas que nos regala de vez en cuando la vida, ve cierta “chispeza” o algún acierto en un grupo o colectividad distinta a la suya….¡no flaquee! Aunque usted y yo sepamos que la idea es un gran aporte, calle. No vaya usted a reconocer la ocurrencia.
- Evite los acuerdos. Defienda siempre su punto de vista ¡A rajatabla! Que no le importe a usted la mirada de quién tiene al lado. Si piensa distinto, ¡allá él! No es bueno buscar consensos, aunque eso signifique hacer mejor las cosas. Eso le hará perder terreno…y posición. Hacerlo es señal de debilidad. Sea prepotente, impóngase y hágase notar.
- Promueva la inconsistencia. Si bien la inconsistencia es parte esencial de todo ser humano, usted debe practicarla con más entusiasmo que el resto. Hágalo a vista y paciencia del mundo entero. A tal punto de irritar a las personas y de desafiar al sentido común. Condene a ultranza las dictaduras en su país y ensálcelas en otros. Eleve banderas a favor de la transparencia y defienda la reserva de sus gastos en campaña. Apunte con firmeza a los “poderosos de siempre” y siga viviendo como rey. Enaltezca la ley y ande por el borde, beneficiándose de las malas prácticas. Demonice al lucro y lucre. En fin. La lista es larga.
Y así. Querámoslo o no, es lo que la clase política nos está enseñando todos los días. Y el tono de la discusión que vemos por televisión o en titulares de prensa, se transmite luego a la oficina y a sobre mesas de fin de semana, con la misma virulencia que nos han acostumbrado. Lo que sorprende es que son antivalores que están tan instalados que ya son parte del paisaje, invisibles a los ojos. Son las reglas del juego.
Pero en honor a la verdad, hay todavía política de la buena. En algunos rincones del Gobierno, entre las rendijas de la oposición, entre las butacas del Congreso, existen todavía destellos de eso que llaman la buena política. Esperemos que aparezca de una buena vez. Como dijo el viejo Nicanor: “la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”.
Matías , me llego hasta el alma !….. Es tan cierto lo que escribes con tan buena pluma …….que me da pena, tristeza¡………me quedo con las últimas líneas ……tengamos la esperanza a concho que todos debemos cambiar . Ser más tolerantes y menos incisivos¡. Un abrazo
Me gustaMe gusta