En los temas valóricos, tan de moda, a los católicos se nos pide actuar conforme a la verdad. Y cuando digo la verdad me refiero a esa verdad que para muchos ya fue develada y se encuentra incluso escrita en el catecismo de la Iglesia.
Es esa verdad que el Cardenal Medina le enrostró a Carolina Goic y a los parlamentarios que votaron a favor de la ley de despenalización del aborto en tres causales. Es esa verdad que el candidato presidencial José Antonio Kast enarbola en temas de moral sexual. Es esa verdad estampada en tantos altares que nos promete nos hará libres.
Es una verdad que se nos exige respetar. Es el barómetro que para tantos marca la calidad de un católico y su fidelidad a la institución. Por eso es tan clara la posición de la Iglesia. Porque lo suyo es una verdad del porte de una catedral, escrita y normada. Por eso las medias tintas no tienen un lugar. Por eso para los católicos «de verdad» los niños son niños y las niñas son niñas, el matrimonio es para procrear y el amor más puro es entre un hombre y una mujer. Todo lo demás, si no es verdad, es mentira, ideología o confabulación.
Pero yo no conozco la verdad, al menos no esa con mayúscula y escrita a raja tabla. No la conozco porque simplemente no creo que esté alli blindada en la doctrina ni en el código canónico. Y además porque creer en la verdad significa el fin de la historia. Si el tesoro ya fue descubierto solo resta defenderlo y asegurar su herencia de generación en generación. Yo no estoy dispuesto.
El problema, para mí, es que quién tiene la verdad entre sus manos, no necesita buscar más. No hay espacio para otras vidas. No hay espacio para nuevas aventuras y descubrimientos. Se esfumó el asombro. Si la verdad ya está dicha, todo aquello que no entre en el cuadro olerá a amenaza, a peligro o peor aún, al mismísimo demonio. Y yo ya no creo en el diablo.
Lo mío son más preguntas que certezas. Prefiero la duda. Es incómoda, inquietante, a veces quema, pero se abre tras ella todo un mundo. Lo que amenaza aleja.
La pregunta, en cambio, invita a acercarse, conocer y buscar una respuesta… respuestas que se encuentran mucho más allá de las fronteras de nuestra Iglesia.
Entonces, de tan incrédulo, ¿en qué creo?
Creo en la verdad del amor, esa que nos vinieron a contar hace 2.000 años. Ese amor que transforma y alienta la esperanza. Y en esa verdad caben todos, absolutamente todos.
Por Matías Carrasco.
Es tan sencillo, Solo un Hombre dijo que Él era la verdad y la vida, es Jesucristo, algunos dijeron busquen la verdad. Ahora es decisión de cada cual aceptarlo o rechazarlo. Como dice el dicho chileno, lo demás es chimuchina.
Me gustaMe gusta
O sea, ¿no crees en que el Amor se encarnó, se hizo hombre, fundó una Iglesia asistida por el Espíritu Santo? ¿No crees en la palabra de Dios? ¿No crees en las enseñanzas de la Iglesia?
Me gustaMe gusta
El sep 2, 2017 11:34 PM, «Fernando Paredes» escribió: > > Querido Matías: Acabo de cumplir 86 años y me duele decirte que podría ser la razón de no haber entendido tu artículo sobre los católicos y la verdad, cuando todos los anteriores son extremadamente claros y al alcance de cualquier viejo. > Por ello, no me referiré a tu artículo sino a una pregunta que le dirijo, vía twitter, al señor José Antonio Kast, invitado a un excelente programa de TV el próximo Miércoles 6 de Septiembre. > Sr.Kast, cuál es su opinión sobre mi idea referida a la unión de personas del mismo sexo, que ahora le indico???? > > Uno.- El Registro Civil será quién reciba las solicitudes de un Contrato de Unión Civil (C.U.C), de todas las parejas de seres humanos que quieran vivir juntos, sin importar sexo, religión o color de los solicitantes. > Dos.- Aprobado el C.U.C., aquéllas parejas que quieran darle un carácter solemne, espiritual y religioso, deberán pedirlo en la Parroquia correspondiente en el caso de los católicos, ya que el Párroco tiene la potestad de dar éste Sacramento, como también puede bautizar, perdonar los pecados, la extrema unción, etc. > Si a una de estas parejas, por ejemplo dos hombres, les es negado el Sacramento del Matrimonio, la situación se transforma en un problema religioso entre quiénes piden y quién niega, dejando sin responsabilidad alguna al Estado, que ya cumplió su papel de recibir y aceptar el C.U.C. > ¿que opina Ud. señor Kast? > >
Me gustaMe gusta
Me ha llamado mucho la atenciòn el ènfasis que se pone solamente en el mandamiento No Mataràs , aludiendo al aborto y se olvidan del No codiciar los bienes ajenos, es decir «No Robaràs».¿Hay pecados sòlo desde la cintura abajo?
A Piñera lo han eximido de juicios,eso no significa que se declare que no robò en todos los casos publicados. ¿Y los catòlicos votan por èl?
Es un ladròn y estafador comprobado, no deben quienes profesan la Fe Catòlica.
¿O estoy equivocada?
Me gustaMe gusta
Yo también creo en esa verdad Matías, esa que nos dice que la mesa es para todos, sin excepción; y que no importa cuantas veces tropecemos, El siempre nos levantará, nos tomará de la mano y caminará con nosotros.
Me gustaMe gusta