
Tomo duloxetina de 30 milígramos. Es tercera vez que lo hago. Siempre ha sido por situaciones puntuales y por un período acotado. La duloxetina es un antidepresivo. No soy especialista. No entiendo la diferencia entre ansiolíticos y antidepresivos y nadie anda por ahí diciendo que toma esto o aquello, pero sin embargo los toman, y harto. No tengo depresión pero sí una ansiedad disparada por un hecho específico. Soy ansioso por naturaleza, eso sí debo confesarlo. A la ansiedad la tengo controlada, casi siempre, pero esta vez me tenía, como se dice, a medio morir saltando. La duloxetina se siente como una cámara de aire entre la emoción y el cuerpo. Amortigua las emociones, les resta intensidad. Los primeros días produce un mareo, cierta rigidez en la mandíbula y un pequeño tiritón en las manos. Luego se va pasando y a medida que las semanas avanzan uno va ganando tranquilidad. El problema sigue ahí, pero se hace más llevadero, y me permite cierto aplomo, cierta calma, para asegurar un mejor desempeño en el combate.
El siquiatra, un hombre maduro y de voz gruesa, me dice que el medicamento aumenta la cantidad de serotonina en el cerebro y eso ayuda al equilibrio mental. Se siente bien. Los pensamientos invasivos decaen y la ansiedad premonitoria cesa su rumiar insoportable. La concentración mejora y el ánimo también. El siquiatra, me cuenta que ante un estrés prolongado vale la pena cuidarse. Es responsable, señala. A su edad, me explica, estas cosas pasan la cuenta y el cuerpo se resiente. Yo ya sentía una vibración en el brazo izquierdo y dormir se me hacía cada vez más difícil. A mi señora no le gusta tomar este tipo de remedios. Le asustan. Ella prefiere las flores de Bach.
No sé por qué escribo todo esto. Me gusta como suena la palabra duloxetina (tiene ritmo) y me parecía que se vería bien titulando una columna. Pero también supongo que es bueno compartir la vulnerabilidad en un mundo que se resiste a ello. Si bien nadie anda ventilando sus flaquezas, cada vez que pregunto me sorprendo por la cantidad de gente que toma estos medicamentos. Algunos con la venia de un especialista (que es, a todas luces, lo aconsejable) y otros que lo hacen indiscriminadamente solo porque de otra manera se les hace muy pesada la vida. Quizás si lo conversáramos, si lo pusiéramos en común, sentiríamos la compañía de otros hombres y mujeres que, al igual que uno, les visita de vez en cuando la angustia y la fragilidad. Y eso tiene que tener algún efecto terapéutico.
Lo hablábamos con una pareja de amigos. Ella, la mujer, también toma ansiolíticos (o antidepresivos, no sé), y de vez en cuando se traga un Rize. Para las emergencias, me aclara. Convenimos en la importancia de estos medicamentos para, en ciertos casos, mejorar la calidad de vida. Gracias a ellos algunos logran sortear la depresión, un diagnóstico jodido, un momento apremiante y otros males que afligen el alma. ¡Benditos sean! Pero también estuvimos de acuerdo en que, en algunas situaciones, estas drogas solo adormecen los síntomas y no sustituyen un proceso más largo y trabajoso para superar problemas, asuntos pendientes o traumas que nos complican la existencia. Los remedios pueden tener el riesgo de convertirse en un atajo para una carretera extensa y empinada que, sabemos, es el camino para un mejor bienestar. No podemos rehuir el propio esfuerzo y responsabilidad. El fallecido siquiatra, Ricardo Capponi, lo decía: la felicidad, la sólida, se pedalea. No hay más.
Una amiga, también asidua a estas cosas, proponía que la duloxetina debía estar en el agua potable. Me reí. Es una solución tentadora. Pero tal vez la mejor salida (y la más afanosa) es intentar construir un mundo más amable, más compasivo, menos violento y exitista, alejado de celulares y redes sociales, y más conectado con las personas y sus desdichas. Quizás, eso nos dé el oxígeno que requerimos, esa cámara de aire, que hoy intentamos reemplazar con la afamada y extendida, duloxetina.
____________________________________________
Por Matías Carrasco.
A mi, la duloxetina no me deja… ha sido tan dificil dejarla, me produce mareos si NO la tomo , es esclavizaste. Ya voy en 15 mg para poder dejarla, 2 meses en 15 mg. Espero 2025 liberarme dejarla ella…
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Hola! Te recomiendo asesorarte por un siquiatra…este tipo de medicamentos debe dejarse de a poco, lentamente, no solo bajando el número de mlgrs, sino también intercalando los días. ¡Un abrazo!
Me gustaMe gusta