NOCHE DE PAZ

nochebuena

Para muchos esta navidad no será feliz. ¿Quién dijo que tenía que ser feliz? Sí. Los dicen los jingles, los malls, el árbol adornado de luces tintineantes, los abultados catálogos de fin de semana, los trineos colgando desde el techo, los duendes y los comerciales que vemos por televisión.

El lenguaje también aporta lo suyo. No es “navidad”, a secas. Es, “feliz”. No es cualquier “noche”. Es, “buena”. Y el viejo pascuero no anda por ahí repartiendo regalos con el ceño fruncido. Lo hace a carcajadas: jo-jo-jo .

No es por ser aguafiestas, pero no todos sonríen en navidad. Como en la vida misma, hay lágrimas en la mitad del festejo. Personas que han perdido a un hijo, a un padre, a una pareja, a un hermano, a un amigo o a una madre, lloran en estas fechas. También los enfermos, los de una ruptura reciente y los que habitan sus propias soledades. Otros han recibido una mala noticia y no hay ánimo ni para cortar el pavo.

Y el contraste de una noche buena, de una alegría obligada, lo debe hacer más difícil. Hace un tiempo, un siquiatra me comentaba que su consulta se repleta por estos días. “Hay gente que lo pasa muy mal” – dijo.

Pienso en ellos en navidad. ¿Cómo no hacerlo? Quizás el único consuelo es que hoy celebramos el nacimiento de un hombre justo en medio de los sinsabores e infortunios de una pobreza cruda. Algo bueno puede nacer de la muerte, el miedo, el abandono y la derrota. Esa es la estrella que debe iluminarnos.

Es para ellos y ellas esta navidad. No la absurda, la del ajetreo, la de la repartija a destajo ni la desquiciada. Sino la milenaria, la sencilla, la de un amanecer tranquilo, sin más deseos que la propia espera.

Quizás pienso en los que sufren navidades, para recuperar la que se me había perdido. Entre el tumulto, los tacos, el frenesí, cintas y pliegos de papel, se me escabulló la navidad.

Pero acordándome de ellos, de sus nombres y sus pesares, vuelvo a tocarla. Imaginando sus silencios, sus quejidos y sus despedidas, otra vez la siento cerca. Ellos sí necesitan una noche de amor y de paz. Ojalá así sea.


Por Matías Carrasco.

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